Los cinco sentidos del placer
El sexo no es sólo cuestión de fuerza friccional.
La excitación depende en gran medida
de cómo interpretamos la situación
y cómo percibimos la conexión con el otro.
Robert Nozick
El placer es algo subjetivo, es cierto. Cada quien determina qué le excita y cómo le excita. Pero también es cierto que tenemos muchos tabúes por superar.
Muchas mujeres ni siquiera conocen su cuerpo. No han explorado todo su potencial de sentir, de dar y recibir placer. En el caso de los hombres, muchas veces, existe una genitalización en la sexualidad. Pareciera que sólo mediante el pene podemos sentir placer.
¿Por qué no permitir explorarnos más, ya sea solos(as) o acompañados(as)?
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Nozick sabe de lo que habla cuando dice que: “En el sexo no sólo se conoce más hondamente a la otra persona. Uno se conoce mejor al experimentar aquello de que es capaz: pasión, amor, agresión, vulnerabilidad, dominación, travesura, placer, alegría”.
Además, tenemos cinco sentidos y todo un cuerpo que puede ser fuente infinita de placer.
¿No me crees?
Mirar. Mirar tu cuerpo. Mirar el cuerpo que te acompaña. Recorrer sus formas, sus cavidades, sus ausencias o presencias de vellos, mirar las piernas, las manos, los pies, las nalgas, el sexo, el cuello, la boca, lo ojos. Mirar de frente y conectarte. Con la mirada, con la simple mirada atraerse, seducirse, desearse, comunicarse. Mirar. Sólo mirar.
Tocar. Poco a poco ir tocando tu cuerpo, sentir la ropa que trae, para ir poco a poco quitándola. Sentir cada centímetro de piel, ese lienzo extraordinario, fuente de placer. Sentir la temperatura, sentir los cambios de la piel. Sentir cada relieve con el que nos vayamos topando. Acariciar sin parar. Dejar que las manos expresen, que el cuerpo exprese.
Después… oler. Poco a poco, un sentido a la vez. Alargando el momento, explorando mejor, sintiendo. Y… ¿a qué huele la piel? Atrévete a oler, a descubrir la esencia única, huele el cuello, su cabello, las axilas, las ingles, las manos, tus manos, los pies. El aliento de quien te acompaña. El tuyo…
¿Por qué no probar? ¿A qué sabe esa boca tentadora? A que sabe la piel de su cuello, el sudor que surge, el sabor de sus dedos, de sus piernas. Besa. Besa todo lo que puedas, prueba lo que desees, tienes todo un cuerpo, te acompaña, quizás, otro.
Y escucha. Escucha su respiración que a veces se agita y otras se calma. Juega con ella. Seduce con la palabra. Escucha y di frases, las que te gustan, las que te están rondando por la cabeza. Imagina, comparte. Escucha los gemidos que arrancas. Deja oír los tuyos.
Explorar. Sigue. Toca más. Mira más. Escucha más. No sólo penetres. No sólo masturbes. Descubre. Descúbrete.
Siéntete un lienzo y deja que pinten en ti. Pinta en ti. Recorre tu cuerpo. Hay mucha sensibilidad en muchas partes. Revélalas.
Comparte el placer, vuélvelo mutuo. Respeta lo que te gusta y lo que no, lo que le gusta a quien te acompaña y lo que no. No hay mas placer que dar placer en un acto consentido por los/las implicados/implicadas.
Platica, retroaliméntate. Recuerda a nuestro filósofo: “El sexo es también un modo de comunicación, una manera de decir o mostrar algo en forma más reveladora de lo que pueden indicar las palabras. [Pero] aunque las acciones sexuales hablan con mayor elocuencia que las palabras, también se pueden realzar mediante palabras, palabras que nombran nuestro placer o conducen a una mayor intensidad, palabras que narran una fantasía o insinúan fantasías excitantes que resulta embarazoso describir”.
Imagina, hay mucho que puedes desarrollar.
Lee, quizás ahí encuentres nuevas ideas. Mira otras películas. Inventa posiciones, escenarios.
Fluye… somos más que penes y vaginas 🙂
Fuente: www.enehache.com