Orgías… Cuando todos ‘se vienen en montonera’

Particularmente a mí las orgias me parecen un poco exageradas. Hay quienes dicen que tener más “carne” en el asador augura una buena faena, pero yo soy más de los que prefieren el juego 1 a 1 porque siento que tengo más control de la situación y más capacidad de deleite cuando me concentro en un solo cuerpo.

Sin embargo no negaré que ver a un montón de tipos desnudos revolcándose unos sobre otros me genera mucho morbo y esto es algo que vine a descubrir hace poco tiempo. Sucedió en Sao Paulo durante un viaje de trabajo. Me habían hablado de un sitio donde hacían los “mejores shows de strippers” de la ciudad y, sin tener nada mejor que hacer, me fui para allá en compañía de amigos a tomarme unas cervezas. El show que vi estuvo bueno, sí; pero tampoco resultó ser nada diferente a los que verías en otros países: tipos musculosos y aceitados con la verga parada todo el tiempo y una travesti que los morboseaba mientras hacía chistes como para morirse de risa. Yo me gocé el show pero, noté que en el lugar donde me encontraba no había tanta gente que digamos; todos parecían más interesados en entrar a un estrecho callejón oculto tras una cortina.

Asumiendo que era un laberinto oscuro, entré de puro curioso a ver que había y al cruzar la puerta y caminar diez pasos de frente, acabé llegando a una especie de “hueco”, algo así como un jacuzzi gigante sin agua, donde el requisito para entrar era quedar totalmente desnudo y untarse todo de aceite… OH POR DIOS!!

Lo que vi fue increíble, había (mal contados) como 50 o 60 hombres que se revolcaban entre sí como ‘gusanos’ y realmente era difícil diferenciar donde comenzaba uno y donde acababa el otro. No había distinción de edades, raza ni tipo de cuerpo, era una sola masa ‘calenturienta’ follando con frenesí… yo me sentí como despertando de ‘Matrix’ y debo reconocer que, aunque la primera impresión fue de asco (porque olía a “humanidad”), luego de un rato comencé a deleitarme con lo que estaba viendo… era tan rico 😛

Hagan de cuenta que era un tazón de cuerpos ardientes que gemía en desorden, creando una sensación de ‘trance’ cuando te dejabas atrapar por el sonido. Los que recién entraban llegaban cargados de energía y embestían con fuerza a los que ya lo habían dejado todo en el campo de batalla… algunos simplemente parecían arrastrarse queriendo salir del ‘tazón’ y se dejaban caer fuera cuando ya no podían más… la mayoría lo lograba, pero otros volvían a quedar atrapados en la orgía y se sumergían entre manos que los agarraban como zombies.

Al final no pude quedarme mucho tiempo a ver como acababa todo pues, por un lado hacía un calor de los mil demonios (era como estar parado frente a un horno) y por otro, me sacaron del “hueco” más rápido que tarde, aclarándome que no querían “mirones” en la fiesta.

Esa noche regresé a casa pensando mucho en lo que había visto y la verdad, aún no he decidido si algún día me atreveré a volver a “el hueco”… quien se apuntaría para ir?

– Jorge

Fotos: Bath House Bait

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Autor: crestrepo

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