La sutileza del saludo

El saludo común entre hombre y mujer, al menos en la cultura hispana ha sido, desde hace siglos, un beso en cada mejilla, y si nos apuramos, primero a la izquierda y luego a la derecha. Eso sí, siempre y cuando haya algo de confianza, seamos protocolarios. El caso es que si te mueves en algún entorno en el que el deseo de todos los hombres es algún cuerpo apolíneo, es muy posible que veas que su saludo también son dos besos. Pero, si por regla general y protocolaria el saludo entre hombres es un apretón de manos, sino es entre familia, ¿cómo es posible que haya derivado hacia el saludo predominante entre un par de hombres que se acaban de conocer?

Un beso, indica afecto entre un emisor y un receptor que se guardan un cierto cariño y que tienen una determinada confianza, por eso resulta lógico, ese acto entre familiares independientemente de su sexo. Sin embargo, nos llevamos a preguntarnos el por qué, o el cómo se empezó a popularizar ese gesto en el mundo homosexual  y, en concreto en el de los hombres, ya que entre lesbianas no resultaría morboso analizarlo, a no ser que tuviera dos pechos o mi tendencia fuese distinta.
La libertad que prima ahora en la calle para llevar a cabo tal saludo no es sino fruto de una manifestación de esos años de represión, que en ciertos países todavía continúa. Cierto es que cualquier muestra de afecto entre hombres que no fuesen familiares era grotesco de ver, llevando a pensar hasta casi la enfermedad y el incesto.

Recuerdo las primeras veces que salí por el ambiente de Madrid, conocido como Chueca, allí veía como todos se daban dos besos y tras haber estado, no reprimido, pero sí oculto en mi contexto común, me resultaba curioso y digno de analizar. Y así llegué a esa conclusión, claro que como soy yo, y por supuesto, quizá porque tenga pene, lo derivo todo al tema sexual.

¿Es posible siquiera que como todos sabemos, ese beso, que es sinónimo de afecto, y del afecto al “te voy a soplar la nuca” en el mundo gay no hay nada, (algo que animo a plantearnos, sinceramente), sea una expresión de nuestro yo insaciado de sexo para cuya imagen podríamos evocar aquella escena de “El triunfo de Baco”, un bukakke manifiesto, para los simplistas que se queden en un mero botellón?

Como se quiera pensar o justificar, vamos a seguir saludando con dos besos, a pesar de que lo protocolario sería dar la mano, sin embargo, qué narices, si por algo nos caracterizamos, y lo hemos visto en fiestas como el Orgullo Gay,  es ser algo desvergonzados.
Así saluden mucho.

Fuente: EneHache

Autor: crestrepo

Compartir esta publicación en