Invisible la homosexualidad en la tercera edad

Hacer una radiografía de la población homosexual de la tercera edad es un desafío que irremediablemente apunta hacia la soledad, la marginación y la vulnerabilidad.

Muchas veces sin hijos y sin familia, en el mejor de los casos esta realidad se disfraza con la opulencia de una casa o departamento, un auto o una pensión, que al final no alcanza para cubrir las necesidades del cuerpo ni las del alma.

Cuando esta realidad raya en el extremo, se convierte en cientos de adultos mayores que se vuelven indigentes, echados de sus casas, despojados de sus pertenencias, donde tienen que luchar, primero, por sobrevivir; y luego, contra el estigma, la discriminación, la vulnerabilidad, la desnutrición, el hambre y el frío.

Estudios sostienen que al menos 10 por ciento de la población general es gay o lesbiana, o sea unos 10 millones de mexicanos, de los cuales 2 de cada 10 son mayores de 60 años, es decir, al menos 2 millones de mujeres y hombres en nuestro país.

Las personas de la Tercera Edad es un sector que no cuenta con grandes percepciones económicas, que sobrevive con pensiones de menos de 500 pesos mensuales y que no siempre cuenta con servicios de salud.

En todo el territorio nacional no existen centros de apoyo gubernamental ni asociaciones civiles o casas hogar especializadas para ancianos gays, lesbianas, bisexuales ni transexuales; sólo pueden encontrar ayuda en albergues para indigentes, donde es mejor ocultar su orientación e identidad sexual para no incrementar la violencia en su contra.

Además de todas las desventajas sociales que padecen las y los homosexuales de la tercera edad, muchos viven la automarginación personal y la autonegación sexual. Las lesbianas viven son aún más vulnerables por ser mujeres y vivir en una sociedad aún machista y misógina.

Por años, mujeres y hombres homosexuales se enfrentaron a un hermético clóset que a lo largo de las décadas les ha cobrado una factura muy cara, que muchas veces ellos mismos callan, ocultan y se niegan rotundamente a discutir.

A 35 años del movimiento político y social de diversidad sexual en México, las y los activistas que por primera vez se atrevieron a salir del clóset en la década de los setenta, y que en ese tiempo rondaban en los 25 años, ahora están cruzando la franja de los 60, edad que marca el inicio de la Tercera Edad.

Estamos entonces ante el nacimiento de la primera generación abiertamente homosexual de la Tercera Edad en México, mujeres y hombres que buscan hacer valer sus derechos sexuales y sociales, que se atreven a reconocerse públicamente y que construyen un estilo de vida digno con igualdad de oportunidades.

Fuente: EneHache

Autor: crestrepo

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