¿Por qué necesitamos los gays el matrimonio?

El Parlamento de Nueva Zelanda aprobó hace pocos días la ley que habilita el matrimonio civil entre personas del mismo sexo. De esta manera, el país se transformó en el primero de la región Asia-Pacífico en reconocer este derecho y el decimotercero en incorporar a su legislación el matrimonio igualitario.

La noticia me hizo recordar a un comentario de nuestro lector “Taker”, que recientemente nos sugería un posteo acerca de las ventajas del reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo. ¿Por qué necesitamos los gays, en definitiva, el matrimonio, la unión civil y otros derechos similares? Lejos de brindarles una respuesta sobre tan complejo tema, rescato el pedido de “Taker” y lo pongo sobre la mesa para que lo discutamos.

A priori, les propongo dos razones para explicar la “necesidad” del acceso de las parejas del mismo sexo a este importante derecho. La primera es histórica, y tiene que ver con el principal objetivo del activismo político del movimiento LGBTI mundial: la equiparación de derechos civiles. A través de la “visibilidad” como herramienta política, el movimiento gay-lésbico-trans siempre ha intentado mostrarle a los gobernantes, a los legisladores, y a los jueces y policías que sus ciudadanos no son solo heterosexuales. Por eso las banderas multicolor que tanto parecen molestarles a algunos lectores de este foro, por eso las marchas del orgullo y todo acto de militancia que demuestre que los gays existimos y también tenemos que ser considerados a la hora de gobernar. ¿De qué manera? Justamente, permitiéndonos acceder a los mismos derechos que el resto de la ciudadanía; entre ellos, el matrimonio.

La segunda razón que les propongo es más técnica y tiene que ver con los beneficios concretos que otorgan las leyes de matrimonios, uniones y afines. Claramente, el parlamento de cada país elabora su propio proyecto, por lo que las precisiones habrá que buscarlas en el texto de las diferentes normativas. Pero, en general, y en cuanto al matrimonio igualitario, lo que se observa es la adecuación de la ley de matrimonio civil existente para incluir a las parejas del mismo sexo, eliminando la exclusividad del derecho para “un hombre y una mujer” y extendiéndolo para “dos personas”. Dicho esto, los beneficios para las parejas gays son los mismos que para las parejas hétero: bienes gananciales, herencia, seguridad social compartida y adopción, por citar algunos.

Estos beneficios pueden sonar muy técnicos y alguno podrá decirme que no son necesarios para construir una relación de pareja. Ciertamente, no lo son. Sin embargo, hay situaciones en las que “el amor no alcanza”. Sobran los casos en los que se le ha impedido el ingreso a una habitación de hospital a la pareja gay de un paciente, por no considerarlo legalmente su “familia”. Son demasiados los ejemplos de personas que se quedaron en la calle cuando sus parejas de años fallecieron y los familiares directos les privaron de toda herencia o pensión.  Y ni qué hablar de las personas que perdieron la custodia de los hijos de sus parejas (a quienes contribuyeron a criar y con quienes establecieron un vínculo), a manos de sus familiares de sangre.

Ahora bien, ninguna de estas razones será satisfactoria si no se entiende primero que la necesidad del matrimonio igualitario tiene que ver con la posibilidad personal de planear y concretar un proyecto de vida. Que no se malinterprete: no todos los gays estamos obligados a vivir en pareja ni formar una familia (ninguna persona en general está obligada a hacerlo). Pero la idea del matrimonio igualitario es que aquellos que elijan la alternativa de planear y construir una familia puedan hacerlo con las garantías, los cuidados y la protección legal que el Estado debe brindar a todas las parejas y familias de su país.

Es solo mi opinión. Ahora me gustaría conocer la de ustedes. Sigan el salto para dejarnos un comentario.

– Leandro

Autor: crestrepo

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