Tom De Finlandia, mi primera paja

Esto es un homenaje. El agradecimiento eterno a un par de jean ajustados y bultosos, a unos pectorales amplios y duros: a los dibujitos que hicieron que se me pusiera dura por primera vez.

Foto 1

Una tarde húmeda y oscura -afuera hacía mucho sol-, encontré un poderoso libro en casa de una tía. Era una enciclopedia gorda de tapa dura con una portada simpática que rezaba: “Diccionario Ilustrado sobre el SEXO”. Había escuchado a mis primos mayores hablar de sus calenturas, de cómo se les ponía dura y gruesa, de su urgencia por el sexo -años después debutaría con uno de ellos-. Yo tenía trece años y nunca me había hecho una paja, “Jamás Pajiado” pensaría cualquiera de ustedes, pero era sólo un púber en frente de una caja de pandora del sexo. Jamás imaginé que ninguna tarea de colegio me llevaría a olvidarme de todo y sumergirme en esas páginas blancas donde creía que iba a encontrar todas las respuestas. Y así fue.

Foto 2

No era como las enciclopedias que tenía en casa: letra grande, ilustraciones y fotos -con suerte- pequeñas o muy aburridas. No. Esta era una enciclopedia didáctica: enumeraba conceptos, temáticas y definiciones sobre el sexo de la A a la Z y los ilustraba de una manera bastante profunda. Pornográfica, digamos. Después de ver fotos de tetas, vaginas y muchas posiciones kamasútricas me topé con la letra “H” y con el concepto “Homosexual”, una gran sorpresa prohibida. Era una galería de hombres uniformados, carilindos, musculosos y con dos jugosas particularidades: culos grandes y prietos, y vergas casi descomunales. Lo cerré de golpe. Miré preocupado para los dos lados. ¡Que no viniera nadie, que no me llamaran, que dejara de existir para el mundo! Quería estar solo con ellos. Yo y ellos.

Foto 3
Antes de volverlo a abrir pensé en incluso llevarme el libro. Lo devolvería después… total, ¿a quién le haría falta? ¿a mi tía? ¡No! ¡Pero era obvio que iban a notar su ausencia! Era demasiado grande, demasiado excitante. O al menos para mí. Me senté en el suelo, ávido, con una sensación que explotaba en mi entrepierna. Ya había sentido antes cómo me crecía y se estiraba entre el pantaloncillo, pero esta vez era diferente. Abrí el libro en la letra “H” teniendo el cuidado de ir leyendo cada coma, cada palabra, cada pie de foto, para saber de dónde venía esta maravilla, porqué me atraía tanto… Porqué las vergas tan gruesas, los culos tan parados y calientes…

Foto 4
Touko Laaksonen era su nombre. Artista finlandés, ícono homoerótico del siglo XX. Ni me imaginaba el legado que había dejado, que hasta había muñecos con los que me hubiera gustado jugar. ¡Ah! Homoerotismo… Buen dato ¿o no? De repente, me sentía violando todas las leyes del universo. ¿Qué estaba viendo? ¿Porqué me atraían tanto esos cuerpos uniformados con vergas duras y paradas? A esa edad no tenía muy claro mi orientación sexual pero ellos me persuadieron de cualquier duda: ¡Quería a cuatro o cinco de ellos rodeándome, ansiosos por poseerme y dejarse poseer! ¿No era mucho? mmm la verdad, no.

Foto 5
Me explotaba la entrepierna. ¡No podía más! Tenía que sacármela, agarrarla entre mis manos y hacer algo. Volví a mirar a los lados. Estaba solo como quería. Yo con ellos. Mientras más ilustraciones miraba más sangre corría por mi verga. Esos culos… esos pectorales… esas caras cuadradas que me invitaban al placer. Momento. ¿Porqué TOM? ¿TOM DE FINLANDIA? ¿Quién era? Estas ilustraciones ya habían sido exhibidas en público… ¡Es más! Hacían parte de una revista estadounidense, la Physique Pictorial -donde más tarde descubriría a otros artistas homoeróticos como Bob Mizer y Robert Mapplethorpe-. ¡Qué placer! Pero y ¿porqué todos tan encuerados? ¿Porqué la estética esta del jean apretado, la barba y el bigote, las motocicletas, los uniformes y los músculos? ¡Me encantaba! Sí… ¡pero quería saber más!

Foto 6
¡Ah! Tom era observador y desde chico le gustaban los albañiles rudos de su Finlandia natal… los observaba y se deleitaba el picarón. Se inspiró en ellos para inmortalizar, en tinta y a blanco y negro, sus sueños de masculinidad y sus más cachondas fantasías. Claro que no inventó esa estética pero sin dudas ayudó a sublimarla. Hollywood nos ha dado una mano: James Dean, Marlon Brando… de hecho Tom se calentó tanto con Marlon cuando lo vio en “Salvaje” (1953) que olvidó los furtivos cowboys y se dedicó a los motoqueros. Mirá vos, entonces Tom era un pajero como yo… ¡Es que estos hombres hipermasculinos eran de otro mundo…! Si viviéramos en uno así hubiera escasez de cuero, mucha palmada y definitivamente el sexo en público sería ley. Me los imaginé de 1.90, voz ronca y profunda, movimientos audaces y fuertes. Entonces comencé por fin a estrujarme todo, a apretarla contra mis manos como si mi verga fueran todas esas vergas sobrehumanas y tuvieran que acabar, que venirse imperiosamente.

tom

Finalmente resumí todas esas escenas de chabacanería en las duchas, motocicletas con culos al aire, orgías en los baños y bares, lascivia en los bosques, sometimiento y camisas a cuadrillé, en un río de sémen que cubrió las páginas de la enciclopedia de mi tía. Aún hoy deben quedar restos secos de esa primera gran venida: un volcán recién despierto.

Foto 7

– Koch

Autor: crestrepo

Compartir esta publicación en