Peludos O Depilados: La Cultura Del Manscaping Vs Los Nazis Del Vello Corporal

De un tiempo a esta parte, el hombre lampiño (natural o depilado) se ha convertido en el ideal de belleza masculina de la cultura occidental. Atrás quedaron esas camisas abiertas que dejaban entrever una parva de vello pectoral que tan de moda estaban en los 80. Desde finales de los 90 a estos días, el “manscaping” se ha incrementado cada vez más hasta convertirse en algo casi tan común como la obligada remoción de pilosidad corporal por parte de los miembros del sexo femenino.

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En la actualidad, resulta casi imposible encontrar un modelo de pasarela o publicitario que porte un cuerpo peludo y hasta los actores de Hollywood se han plegado a esta práctica. A pesar de la vuelta de la barba como último grito de la moda masculina, del cuello para abajo las cosas siguen siendo más bien despobladas. Por un lado, los cuerpos trabajados de gimnasio pareciera que se lucen más sin ninguna vellosidad que los cubra. Por el otro, la propagación de los tatuajes cada vez más voluminosos e invasivos en los brazos y torsos masculinos obligan también a la remoción del pelo corporal para su exhibición.

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Todo es cuestión de gustos. A pesar de la expansión del hábito de la depilación masculina, existen aún los “nazis del vello corporal”, como les gusta llamarse a sí mismos. Son grupos que abogan en contra de la remoción del pelo del cuerpo y a favor de un look más salvaje y natural. Hay muchas páginas de Facebook y de Tumblr donde se comparten fotos en las que se exhibe la belleza del cuerpo masculino sin la mutilación causada por rasuradoras o ceras depiladoras.

También existe el punto intermedio que es el rebajado del body hair. En ciertos casos, algunos hombres elijen con algún adminículo, ya sea un stubble trimmer o una simple tijerita, desmalezar un poco sus zonas más tupidas y no deshacerse del todo de la pilosidad de su cuerpo.

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La imagen que proyecta el vello corporal y su necesidad de remoción también puede ser analizado desde el punto de vista de otro estigma de la sociedad actual: la obsesión por la juventud. Un torso lampiño remite a un cuerpo aniñado, pre-adolescente, que no pasó por el desarrollo de la pubertad. Esto puede sonar un tanto perturbador, pero no es una teoría descabellada (valga la redundancia). El aspecto infantilizado y juvenil sigue siendo el ideal para una sociedad que se niega a aceptar la inevitable decadencia  física y mental que acarrea el paso de los años y que le otorga una altísima valoración a la juventud como valor de cambio.

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En mi opinión personal, el hombre es como el oso; cuanto más peludo, más hermoso. Me suben la la libido esos grandes torsos cubiertos de espeso y oscuro pelo. Esa vellosidad que asoma por el cuello de una remera o de una camisa o esos brazos bien tupidos que prometen un cuerpo de iguales características. Desde adolescente desarrollé una obsesión por los pechos velludos; algo que no disminuyó con el paso de los años. Podría decirse que soy miembro activo de esos grupos anti-depilación masculina que mencionaba antes.

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Es decepcionante ver a un hombre guapo con espesa sombra de barba, cejas gruesas, antebrazos peludísimos y de golpe encontrarse con un torso que parece el de un niño de 13 años. ¡No, no, no y no!  ¡Ahí está la puerta y regresas recién cuando hayas dejado crecer esa maravillosa selva que hace que un hombre hecho y derecho se merezca un espacio en mi cama!

¿Y ustedes qué prefieren? ¿Velludo natural, velludo groomeado/rebajado, lampiño natural o lampiño afeitado/depilado?

-Rico

Autor: crestrepo

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