La revolución rosa Cubana

En ocho islas del Caribe te pueden encarcelar incluso a cadena perpetua por ser gay, los pacientes con HIV sufren el abandono y el estigma, un hombre sospechado de sodomía puede ser apedreado hasta morir por sus vecinos sin que las autoridades intervengan y en la gran mayoría de los casos sus familias los golpean, expulsan o simplemente los ignoran. A no mucha gente parece interesarle esta situación. No es el caso de Cuba.

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En Cuba, los homosexuales tienen una ley que aboga por la no discriminación, tienen bares, discotecas, pueden salir a la calle, besarse con su pareja y, si lo desean, andar en tacos o mariconear con tranquilidad. O por lo menos con la misma tranquilidad que en cualquier otra ciudad grande America Latina. En Cuba los hombres pueden ser gays con libertad e incluso ser mujeres, porque las operaciones de reasignación sexual y el cambio de documento de identidad son posibles. A pesar de todo esto, a muchos no les alcanzan los avances que se han logrado en la isla y siguen sosteniendo que Cuba es un lugar hostil para los homosexuales.

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La Revolución Cubana produce amores y odios, las alegrías y dificultades por las que han pasado sus habitantes son enaltecidas o minimizadas por bandos enfrentados históricamente. Durante esta larga historia los gays han estado en el medio, despreciados por la revolución, enviados a campos de trabajo agrícolas como contrarrevolucionarios y descartados de la vida social de la isla, perseguidos, golpeados y desaparecidos en un sistema obsesionado por el control, una realidad no muy ajena a la que vivieron cualquiera de los países de América Latina en las peores épocas de las dictaduras de derecha de los sesenta y setentas. Contradictoriamente, en el exterior, los conservadores que más odian el régimen de Castro y critican su política contra los homosexuales, son quienes se oponen sistemáticamente a reconocer los derechos LGBTI al interior de sus países.

Trailer de “Antes del Anochecer” (2000)

En el año 2000, “Before Night Falls” de Julian Schnabel, la biopic sobre el escritor homosexual y activista anticastrista Reinaldo Arenas, deleitó a los anticastristas que no dudaron en señalar las terribles dificultades y persecución que sufrió. A pesar de la magistral interpretación de Bardem, que le mereció una nominación al Oscar y las apariciones de Johny Deep y Sean Penn, la película no alcanzó para describir la situación de los gays cubanos. Por un lado porque la condición abiertamente homosexual de Arenas le habría válido dificultades en casi cualquier país del mundo, y por otro, la película omitió que el escritor era portador de VIH, condición que el propio Arenas no sólo no ocultaba sino que promovió hasta el cansancio culpando a Castro por su enfermedad y asegurando que su vida habría sido otra de haber vivido en una Cuba sin Castro.

Clip: Lucha LGBT. “Fresa y Chocolate” (1994)

Paradójicamente, sería una película cubana, la que conmovería al criticar los prejuicios y la homofobia habanera. “Fresa y Chocolate” (1994) de Tomás Gutiérrez y Juan Carlos Tabío, mostraría una Cuba más compleja al retratar la amistad entre un revolucionario heterosexual y un intelectual gay que quiere abandonar la isla en busca de un mejor porvenir. La cinta se convirtió en un punto de inflexión para la sociedad cubana que empezó a hablar del lugar de la homosexualidad en la revolución. Miles de cubanos fueron a las salas de cine y millones en el mundo se mostraban sorprendidos de que una película tan rosa y tan crítica pudiera haberse realizado en Cuba.

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Algo estaba cambiando. En 2011, el propio Fidel Castro fue quién dio la sorpresa. En una entrevista al diario mexicano Reforma, Castro asumió sin tapujos su responsabilidad por el trato a los gays en la isla: “Si hay que asumir responsabilidad, asumo la mía. Yo no voy a echarle la culpa a otros”, dijo en declaraciones que darían rápidamente la vuelta al mundo. “Fueron momentos de gran injusticia, ¡una gran injusticia!, la haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros”. Aunque algunos criticaron como insuficiente y tardía la respuesta de Castro, lo cierto es que fue el punto de inflexión a un proceso que avanza a paso lento pero contundente en Cuba y que muestra un vigor que no se le ve a otros países de América Latina y el Caribe.

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Playa “Mi Cayito”.

La playa “Mi Cayito” a 14 kms de La Habana ondea la bandera del arco iris los 365 días del año, cada fin de semana, cientos de cubanos heteros y gays se mezclan para disfrutar del mar y el sol caribeño, los bronceados turísticos se confunden con los morenos cuerpos locales enfundados casi todos en trajes de baño que son casi una atracción en sí misma. A la tarde, un par de kilómetros del Malecón más famoso del mundo se inunda de chicos de Jeans y remeras ajustadas, algunos con pinta de macho de peli porno y otros muchos que borran las fronteras de la virilidad que la sociedad espera y no debería. Todos conversan, algunos bailan y una buena cantidad canta con una cerveza en la mano. Más a la noche y con los planes armados, los cubanos gays van a alguno de las discos de La Habana o las fiestas monumentales de El Divino. La noche avanza con mojitos, shows de strippers en el que la juventud gay, se enamora, se seduce y se va a terminar la jornada, si hay suerte, con algún otro varón de acuerdo al gusto de cada quién.

People take part in gay pride parade during an event ahead of International Day Against Homophobia in Havana

Mientras organizaciones como el CENESEX, al frente de Mariela Castro e ILGALAC (Asociación Internacional de Gays, Lesbianas y Trans, Sede América Latina y el Caribe) trabajan por el matrimonio igualitario, la herencia, la pensión, la adopción, los préstamos conjuntos y -por supuesto- el divorcio gay, la conga contra la homofobia seguirá sonando en la Calle 23 de La Habana con cientos de gays, lesbianas y trans cada primer sábado de mayo a pleno sol de las 11:00am y ante la presencia festiva de un puñado espectadores que participan no sólo de vista, porque se sabe que para un cubano es difícil evitar mover la cadera o el hombro cuando suena un tambor. Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro y sobrina del mismísimo Fidel, es quién ha liderado la revolución gay en Cuba. “Queremos matrimonio y adopción, sino será insuficiente” dice al referirse a la ley de familia que se debatirá en el congreso cubano y que pondría a la isla en la vanguardia de las conquistas LGBTI en el hemisferio.

– Koch

Autor: crestrepo

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