Mayates y chacales en México

La Ciudad de México, una de las más grandes del mundo y, por supuesto, también una de las más diversas, la comunidad gay tiene infinidad de lugares para la hora de ligar o simplemente para pasar un rato de intensa diversión. Desde los establecimientos más coloridos y VIP ubicados en la zona centro de la capital, hasta los más oscuros, sórdidos y divertidos ubicados en las periferias. Hoy hablaremos de estos últimos.

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Para estar un poco más en contexto, los “chacales” son hombres morenos, fuertes, rudos, que viven en zonas rojas o barrios poco seguros del país y que principalmente se dedican al comercio informal o como obreros y que en un sector social en donde la homosexualidad es mal vista se ven obligados a ir lugares donde lo que domina es la discreción, la música regional mexicana y la cerveza barata.

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Estos bares que usualmente parece que se han quedado atrapados en el tiempo, con sus antiguas televisiones, rockolas de monedas y publicidad de bebidas alcohólicas ya muy desgastadas por el pasar de los años se convierten en un oasis para el desenfreno; “cazadores” como se nombra a quienes les gustan los “chacales” van a probar suerte a estos sitios, desde simples juegos de miradas hasta insinuaciones más directas como invitarles una “chela” (forma de nombrar a la cerveza en México) o unos tacos dan pie a que se pueda conocer a alguien interesante.

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No solo los bares son buenos lugares para “cazar”. También las construcciones son buenos lugares para conocer “chacales”. Los “cazadores” llevan algún six de cerveza o tortas para ver si alguno de los obreros ya entrados en confianza acepta ir a un hotel de paso que, debe aclararse, es tradición que pague el cazador. La mayoría de estos fuertes, guapos y varoniles hombres de trabajo son padres de familia, con hijos y esposa, que sin embargo acceden a sostener relaciones sexuales con otros hombres (usualmente siendo el “chacal” activo y el “cazador” pasivo) para desahogar algunas prácticas sexuales y eróticas que sus parejas del sexo opuesto no les permiten practicar.

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No todos son llamados chacales, también existen algunos hombres que, si bien tienen muchas características físicas parecidas, se dedican a otras labores. Estamos hablando de los marines y militares, también llamados “mayates”, y que, debido a sus largas jornadas de trabajo lejos de sus parejas (usualmente mujeres) en sus días francos (de descanso), salen a los bares ubicados cerca de sus bases a desahogar tensiones sexuales y afectivas.

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Estos lugares de poca luz y música fuerte se ven llenos iniciando la noche de una gran diversidad de personas; gays, travestis, transexuales, transgéneros… todos son bienvenidos y para todo hay gustos, tanto para cazadores como para “mayates”. Las formas de ligar son prácticamente iguales y en ambos casos de “mayates” y “chacales” hay casos en los que se convierte en más que una noche de simple sexo y llega a transformarse en amistad y encuentros constantes.

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Algunos consideran que estos términos son clasistas y denigrantes, sobre todo si uno es ajeno a la jerga gay que se usa en México, pero es todo lo contrario, es una forma de apreciar la belleza de nuestra raza; la hermosa piel morena, músculos desarrollados por el trabajo duro y la pasión que nos caracteriza a todos los mexicanos; y que mejor que este “mes patrio” (por el 15 de septiembre, Día de la Independencia) para festejar a estas subculturas de que nutren y hacen a la comunidad LGBTI mexicana una de las más contrastantes y ricas del mundo.

Créditos: Cascara Amarga

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Autor: Marlon Manhunt

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