El juego sexual de la galleta una práctica Brojod

Es una práctica sexual en la que jóvenes que se consideran heterosexuales se reúnen en un círculo, se masturban en grupo para eyacular encima de una galleta, y el último en eyacular debe comerse el dulce en cuestión.

Una práctica que, lejos de ser un mito, es un rito de iniciación sexual muy extendido y que forma parte de una serie de prácticas homosexuales entre jóvenes heterosexuales.

Más que un falso mito

Según un estudio de 2006 de la Universidad de Nueva York, el 3,5% de los hombres heterosexuales ha mantenido relaciones homosexuales. Muchas de estas prácticas se dan durante la juventud, sobre todo entre amigos, que buscan practicar o competir entre ellos.

Respecto a las prácticas que engloban el brojob, cuya palabra procede de brother (hermano) y blow job (felación), se entiende que está permitido masturbar al otro, el sexo oral e incluso la estimulación anal. Sin embargo, lo que está prohibido son los besos, ya que no se trata de una relación emocional, sino simplemente de un campo de pruebas y de experimentación, por lo que toda connotación sentimental queda fuera de lugar.

No solo el juego de la galleta

No se trata de casos aislados, el brojob es tan común que en 2015 Jane Ward publicó el libro Not gay con el subtítulo de “sexo entre hombres blancos heterosexuales”.

La idea era recopilar información sobre las relaciones entre hombres heterosexuales que no se identificaban como homosexuales, pero tampoco como bisexuales ni bicuriosos.

Entre toda la información, destaca la descripción de algunas prácticas populares, como el propio juego de la galleta, conocido por limp biscuit en los colegios británicos o soggy biscuit en Australia.

De hecho, un 6,2% admitió haber jugado a la galleta, según las conclusiones de una encuesta a más de 1.800 hombres citada en el libro Law of the Playground (2004), de Jonathan Blyth.

Este juego es distinto al llamado cicle jerk, en el que los jóvenes se masturban unos a otros en un círculo. No se trata de una forma de darse placer, sino más bien de una competición entre adolescentes o universitarios, en la que se declara ganador el chico que eyacula primero. Todo un caldo de cultivo para eyaculadores precoces y, obviamente, una práctica totalmente contraproducente para las relaciones sexuales heterosexuales.

El libro también relata algunas novatadas universitarias, más comunes en Estados Unidos, como los elephant walk. Consiste en que los alumnos nuevos formen una fila y caminen cogiendo el pene del compañero de atrás e insertando el dedo en el ano del compañero de delante.

¿Por qué no se trata de homosexualidad?

Tener prácticas homosexuales no hace que uno sea homosexual. Y esa es una idea que sigue costando entender. La sexóloga Nayara Malnero explica que “tenemos que diferenciar entre prácticas sexuales, orientaciones sexuales y sentimientos”.

Es decir, que tener una relación con alguien de tu mismo sexo por probar o experimentar no significa que a partir de ese momento cambies de orientación, que dependerá sobre todo de hacia quién se inclinen más el deseo y los sentimientos.

Así, insiste en que “ser homosexual significa que te enamoras de personas de tu mismo sexo. Que nos hayan enseñado que amor y prácticas sexuales van ligados irremediablemente no quiere decir que sea así, especialmente para la mayoría de los hombres”.

Respecto a por qué se producen estas prácticas, Malnero aclara que “te enamores de quien te enamores, no hay motivo real para dejar de probar y de experimentar lo que desees. El brojob no es más que llevar a cabo determinadas prácticas sexuales entre iguales, ¿por qué tendría que producirse por algo? Lo extraño sería lo contrario, autocensurarse”.

Sin embargo, sobre por qué es un fenómeno más masculino, o quizás solo más visible entre hombres, la sexóloga reflexiona que “a los chicos se los anima más a descubrir y son más estimulados sexualmente desde niños, aunque en contrapartida son los más censurados en sus conductas homosexuales”.

Igualmente, sobre si son prácticas que se dan en entornos más específicos, como los colegios masculinos, las academias militares o el entorno rural, como las vacaciones en los pueblos, la experta concluye que “los entornos rurales son más propicios porque los niños pasan más tiempo solos y en la calle, comparten y experimentan más”.

Sin embargo, recuerda que durante los veranos estas prácticas son comunes en “cualquier entorno en el que haya más convivencia y tiempo juntos como campamentos, clubs, etc.”.

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Créditos: Yorokobu

Autor: Marlon Manhunt

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